Tú y yo somos diferentes. Venimos de familias diferentes, cada una con sus normas, rutinas y valores.Hemos vivido historias que nos han marcado y que traemos en nuestra mochila.

Ni tú ni yo somos perfectos, ni nadie es maestro de nadie.

Lo que tú necesitas, no tengo por qué saberlo si no me lo cuentas. 

Lo que a mí me molesta, a ti puede no hacerte daño. 

Lo que yo quiero puede ser distinto a lo que quieres tú. 

Tú necesidad de espacio o de cariño a lo mejor es diferente al mío y podemos coincidir ahora, en este momento o no. 
Del mismo modo tus pensamientos no tienen porque coincidir con los míos, no siempre tenemos que estar de acuerdo, ni desear las mismas cosas. 
Lo que sí tenemos claro es que nos queremos y que no hay nada tan grave que no podamos resolver hablando, escuchando, respetando el lugar que ocupamos cada uno en nuestra relación. Confiando y queriendo resolver nuestros malentendidos y nuestras diferencias, porque queremos estar juntos, porque queremos vivir felices, porque no entiendo una relación de otro modo. 
Ahora tú y yo vamos a escucharnos atentamente, sin juzgar, sin sentirnos atacados, solo con el propósito de comprender cómo te sientes y saber un poco más de quién eres en esta relación. 
Vamos a hablarnos con sinceridad, pero cuidando que nuestras palabras no dañen el amor y el vínculo tan importante que tú y yo tenemos. 
Guardaremos silencio para poder escuchar y entendernos de verdad. Esto no es un combate de quién lleva razón o de quién es la culpa. El amor no entiende de lucha, el amor quiere expresar,  entender, sanar y cuidar.